Todos los géneros del mundo tienen un padre y la fantasía sin duda alguna tiene un número infinito de progenitores, comenzando por la imaginación de un niño y tomando cuerpo en las leyendas y mitos populares. Todo pueblo o localidad, toda cultura o país hace gala de cuentos históricos propios, incluso los hay internacionales.
Algo que separa la mayoría de historias fantásticas de la ciencia ficción es la perspectiva que el autor trata de transmitir a su público. En el segundo género, los escritores echan la vista al cielo y tratan de imaginar un futuro posible, más cercano o más lejano. Digamos que es una perspectiva hacia adelante. Sin embargo, los escritores de fantasía suelen hacer más bien una retrospectiva. La mayoría de sus historias están inspiradas en tiempos pasados y, aunque no sea así, seguramente sus elementos fantásticos sí lo estarán.
Lo cierto es que, para adentrarse en los géneros de literatura fantásticos, es necesario conocer bien la historia de la humanidad. Para crear continentes imaginarios, lenguajes, culturas, mitologías… es conveniente estudiar las que existen en el mundo real primero.
A pesar de que hoy en día, sobre todo a raíz de las adaptaciones de Peter Jackson, todo el mundo aprecia el colosal trabajo del señor John Ronald Reuel Tolkien, todo comenzó a raíz de un lenguaje. El universo de la Tierra Media y las historias del “El Hobbit” y “El Señor de los anillos”, además de todas las demás, requirió el trabajo de toda una vida, pero Tolkien comenzó siendo un lingüista.
Actualmente las películas son consideradas de culto. La tercera parte ostenta el título de la película más galardonada de la historia de la gala de los premios Oscar junto a “Ben Hur” y “Titanic” e incluso el universo cuenta con su propia Wikipedia en la red, conocida como la Tolkienpedia.
Los orígenes de un genio
La madre del legendario escritor fue quien le instó a convertirse en quien se acabó convirtiendo, ya que le leía cuentos de hadas y mitos comunes y le enseñó varios idiomas. Para su desgracia, moriría cuando solo tenía 12 años. Él y su hermano crecieron en una “comarca” verde, natural y rural, tal y como nos describe el hogar de los hobbits en los libros, bajo los cuidados del padre Morgans, en Birmingham. El nombre del paraje era Sarehole, ciertamente similar al de “La Comarca” en inglés: The Shire.
Pronto destacó en los estudios, quedó fascinado por los mitos del inglés antiguo y formó un grupo de amigos con quien podía hablar sobre poesía y literatura. Por aquel entonces creó el primero de sus idiomas propios, más tarde acabaría con más de una veintena de lenguajes a sus espaldas. Estudió lenguas clásicas en Oxford y luego se puso enserio con el galés.
Antes de cumplir el cuarto de siglo y recién casado, fue convocado para combatir en la Primera Guerra Mundial. Durante la guerra aprendió y absorbió conceptos que más tarde aplicaría en las beligerancias de sus novelas y, cuando regresó, así como hacen los personajes al terminar la Guerra del Anillo, solo buscaba la más sencilla y tranquila de las vidas.
Tolkien nunca dejó de escribir y después de la guerra también daba conferencias y clases de lengua y literatura. En principio, pensaba crear un cuento para sus hijos cuando comenzó a escribir “El Hobbit”. Seres pequeños, similares a los “leprechauns” que vivían en un hogar similar al suyo de la infancia.
El padre de la fantasía
En 1937 se publicó “El Hobbit” y el autor introdujo en la historia conceptos que había aprendido a lo largo de su vida, así como características propias. El cuento llevaba escribiéndose o terminado muchos años hasta que se decidió a editarlo profesionalmente. El éxito fue rápido, pero Tolkien no publicó “El Señor de los Anillos” hasta 15 años después. Esto se debió en gran medida a que se dedicaba a otra cosa y escribía principalmente por las noches.
Esta trilogía se publicó durante los años 50, después de dos guerras, mucha historia vivida y, sobre todo, mucha historia leída. Fue una epopeya con tintes de mitologías de varias zonas del mundo, creó idiomas, mapas, dibujos, conceptos, razas… Hasta entonces, nunca habían convivido humanos, elfos y enanos en un entorno medieval y hoy en día es un género en sí mismo.
Al margen de sus obras principales, Tolkien publicó algún que otro libro relacionado también con la Tierra Media y dejó mucha información escrita que su descendencia ha seguido aprovechando. Una lectura de culto que, únicamente “El Señor de los Anillos”, cuenta con alrededor de 150 millones de copias vendidas.
En cuanto a las adaptaciones cinematográficas que ya hemos comentado, en total ganaron 17 premios Oscar y Jackson se atrevió a lanzar otra trilogía, esta vez de “El Hobbit” unos años más tarde. Tuvieron menos éxito, pero aun con todo muy buena acogida.
Tolkien, quien murió en 1973, afirmó sentirse peor que en la muerte cuando le separaron de su mujer, Edith, durante la guerra, con quien estuvo medio siglo de vida casado. En 2017 se publicó de forma póstuma la historia de amor “Beren y Luthien”, una historia que Tolkien comenzó a escribir hace un siglo. En una de sus cartas, el novelista declaraba que nunca llamó Luthien a Edith, pero su personaje estaba inspirado en ella. Hoy, ambos nombres están grabados en su lápida conjunta.